sábado, 8 de octubre de 2011

Un S.O.S. inapelable: “La Galle a la calle”, Libertad a Karina Germano!


Una mañana muy fría pero luminosa, fuimos junto al actor Norman Briski y al periodista Leonardo Freidemberg y su joven hijo, a visitar a Karina Germano (“La Galle”) a la cárcel de mujeres de Ezeiza, donde se encuentra desde hace cuatro años, purgando una injusta condena que comenzó en Brasil, donde pasó del 2002 al 2007 en el temible penal de Carandirú, esa cárcel que se hizo famosa por sus motines y masacres de prisioneros.

Karina es hija de un militante montonero, el “Rocco” Germano, que fue secuestrado y desaparecido por la dictadura militar. Por lo tanto, no es extraño que Karina militara en HIJOS, y que a la vez fuera rebelde, ácrata, solidaria, internacionalista. Tampoco debería llamar la atención que en Brasil la detuvieran junto a militantes de la izquierda revolucionaria debido a que les endilgan haber efectuado un secuestro extorsivo. Los militantes, tan nobles como ella, separaron a Karina de toda responsabilidad en los hechos. Más aún, ningún testigo la reconoció, pero los jueces y fiscales ya los habían condenado en bloque. Primero a 16 años y posteriormente sumaron 14 años más. En total 30 años, toda una vida, si se tiene en cuenta la juventud de los imputados. Sólo se justifica semejante pena, si se tiene en cuenta que el secuestrado es el super magnate Washington Olivetto, un hombre de notoria influencia sobre los tres poderes y la clase política brasileña, y además un caso que fue explotado a rabiar por la prensa amarilla.


Por gestiones humanitarias que realizara su madre, y la movilización solidaria se consiguió que La Galle fuera traída a la Argentina, con la esperanza de que se le otorgara, como legalmente le correspondía, la salida transitoria. Sin embargo su proceso recayó en jueces y fiscales que oscilaban entre un absurdo garantismo y la complicidad con la dictadura que asesinó al padre de Karina. Conclusión: La Galle sigue presa, se le niegan salidas transitorias, se la condena a seguir perdiendo su hermosa y rebelde juventud tras las rejas que no sólo no reparan nada, sino que oscurecen la vida de los que las padecen.

La Galle es nuestra bandera, diríamos en los 70 y repetimos hoy. ¿Por qué razón? Porque es una muchacha del pueblo, que da todo sin pedir nada, incluso en esa absurda prisión que hoy la atrapa, donde ayuda y organiza a las presas más desprotegidas, les enseña a cuidarse, a mimarse, a no perder la autoestima.

Es mucha mujer esta Karina Germano, digna hija de su padre montonero. Ella, con su dignidad, nos convoca a hacer lo imprescindible para mover cielo y tierra en aras de conseguir su libertad. Mientras tanto podemos leerla e imaginarla, desgranando sus sueños y utopias hechas a punta de ternura y coraje. Con el estilo inconfundible y libertario de La Galle.

Carlos Aznárez